Elena Alzate ha escrito un artículo que comparto con vosotras y vosotros, sobre los talleres que vengo desarrollando en la zona media. Están organizados por la Mancomunidad de Servicios Sociales de Base de Perlata, Funes, Falces y Marcilla (Navarra) con el objetivo de sensibilizar, concienciar y reflexionar acerca de alguna claves para la prevención. Está destinado a madres y a padres.
Muy importante la labor de buscar consensos entorno a esta problemática que es social y que implica a todos los agentes que intervenimos en los procesos de socialización de niñas y niños. Por esto trabajo, entre otros grupos, con las familias, proponiendo espacios como los que puedes encontrar pinchando aquí.
Importante respondernos a preguntas como…
- ¿qué sociedad queremos?,
- ¿cuál es el nivel de tolerancia que mantenemos respecto a actitudes y conductas violentas?,
- ¿cuales son las consecuencias personales y sociales?
- ¿cuál es el nivel de tolerancia a que aspiramos?
El tema principal de las charlas que se están llevando a cabo durante estos días en los cuatro pueblos que integran la Mancomunidad de Servicios Sociales de Base de la Zona de Peralta es el Bullying. Ante los casos de violencia y acoso entre los jóvenes de nuestros pueblos, la trabajadora social Ana Resano ha organizado unos talleres dirigidos a padres de niños de primaria e infantil bajo el título “La convivencia en la familia: Propuestas para el buen trato entre iguales”.
La encargada de impartir los cursos, repartidos en cada pueblo en tres días con una hora y media de duración cada uno, ha sido la psicóloga Ana Beaumont. Tal y como ella afirma, “el objetivo es sensibilizar, clarificar qué es el bullying, ver el marco estructural en el que sucede, por qué y tratar de ofrecer una serie de herramientas para intervenir y, sobre todo, para hacer prevención desde las familias”. Para ello, los talleres se han dividido en diferentes fases: exposición teórica, trabajo en grupo, casos prácticos… en los que se han tratado puntos como el estilo de relación, la importancia de la familia y la estructura social en los casos de abuso, el estilo de comunicación, manejo de la autoridad, etcétera.
Este miércoles, Ana Beaumont ha impartido una de sus charlas en Falces, donde ha subrayado que, para acabar con la violencia y el acoso entre los jóvenes, debería haber una transformación social, puesto en la que tenemos hoy en día este tipo de actuaciones están muy arraigadas y los jóvenes son un espejo de lo que ven en su entorno.
Vivimos en una estructura que vende el poder, la competitividad, pero debemos saber y transmitir a los hijos que no todo vale para conseguir un objetivo. En este sentido, la psicóloga ha dado importancia al hecho de educar a los niños sabiendo que existen obligaciones y responsabilidades, poniendo límites, y trabajando la empatía, algo que ayudará a que aprendan a gestionar sus frustraciones futuras y no las exterioricen con violencia hacia sus iguales.
Los talleres continuarán este jueves 21 de abril en Marcilla, a las 15:30; y en Peralta, a las 18:30; y la próxima semana en Falces, Peralta y Marcilla (ver agenda AZM).
Para ver más, pincha en este enlace de ahorazonamedia.com
Mi agradecimiento a Elena Alzate, creo que en líneas generales, ha recogido muy bien esta propuesta de trabajo. He de señalar la alta participación e implicación de madres y padres que se sacuden la pereza para venir cada día y regalarnos sus experiencias y reflexiones. Seguro que compartimos la idea de que si, nos ponemos a ello, ¡otro mundo es posible!
Hablar de tolerancia en estos días no demuestra la incorporación de un enfoque de derechos, y el Bullying y la violencia no puede entenderse, abordarse sin esta dimensión. En lugar de hablar de tolerancia les propongo el respeto como elemento ético y reconocimiento de la dignidad: quintaesencia de los derechos humanos.
Hola Leonardo,
estoy totalmente de acuerdo contigo en que el respeto en toda su dimensión ética es la base de cualquier relación que se asiente sobre derechos humanos. Cuando introduzco la cuestión de la tolerancia, me refiero a la complicidad implícita que supone no intervenir ante los múltiples casos de violencias «menores», cuando asistimos impasibles a manifestaciones de violencia en sus variadas formas: siendo testigos de abusos o de injusticias entre criaturas, observando violencia en forma de dibujos animados o en series «para adolescentes» (para introducirles y legitimar este modelo de manejo de poder, entiendo) a menudo parapetados al otro lado de los televisores, otras veces en los campos de fútbol (baste observar un partido de chicos de primaria), o participando de video juegos de violencia inusitada, o, en su forma más simbólica -no menos peligrosa-, riendo comentarios o chistes homófobos, misóginos, racistas…, normalizando contenidos publicitarios que reproducen estereotipos que a su vez refuerzan las desigualdades y las discriminaciones…
De estas formas (y bastantes más) toleramos el alto nivel de violencia a que nos exponemos diariamente y exponemos a nuestras hijas e hijos. ¿Es esta la sociedad que queremos? ¿Para cuando una sociedad más madura que exija a sus gobernantes un pacto de Estado contra las violencias, que implique el reconocimiento -del bullying pero también de la violencia de género -con sus peculiaridades- y de otras violencias por odio- como un problema estructural y social, más allá de las conductas «desviadas» individuales?.
Gracias por tu reflexión Leonardo.