A menudo me preguntan qué es eso de la psicología sistémica. A ver consigo explicarlo de forma más o menos sencilla, que no es fácil porque es un modelo complejo.

Sistémico hace referencia a sistemas. Un sistema es un grupo. Cada grupo tiene formas de relacionarse propias, esto incluye: tabúes, secretos, temores, mandatos, lealtades, alianzas, expectativas, roles, lo que es importante, lo que no, lo que vale y lo que no vale… un lenguaje propio. Algo así como las normas, las «leyes» que rigen su funcionamiento interno y externo, o sea entre sus miembros y de estos hacia otros grupos. Me refiero más adelante a alguno de estos puntos.

Cada sistema define también unas pautas, unas formas de comunicarse. Las reglas a la hora de hablar y escucharse (o no escucharse), su «doble lenguaje», sus ironías, su lenguaje no verbal (¡ese lenguaje tan «invisible» como poderoso!). Y más cosas. Algunas preguntas claves son: qué, quién y cómo.

  • QUÉ se expresa: que tiene que ver con cómo se entiende la debilidad y la fortaleza -y esto son claves culturales, o sea que viene marcado socialmente, pero que cada sistema adapta a su idiosincrasia, con sus propias especificidades. Hablemos del grupo familiar de origen, o sea el formado por nuestros padres, hermanas y hermanos…. ¿Se puede expresar ahí la vulnerabilidad, por ejemplo?, ¿qué pasa con la impotencia, la inseguridad, la duda?, ¿qué lugar ocupan?, ¿está permitido a sus miembros decir «no sé»?, ¿se pueden expresar emociones tan humanas como el miedo o la necesidad de apoyo?, ¿ha habido espacios en la familia para esto? ¿los hay ahora?
¿Qué entendemos por ser fuerte?

¿Qué entendemos por ser fuerte?

  • Por parte de QUIÉN, por ejemplo quién puede expresar la rabia o la tristeza… porque no a todos sus miembros se les permite por igual, no está igual visto, no se entiende ni se tolera igual. No es que haya una norma explícita, clara, que se haya puesto encima de la mesa: «en esta casa los chicos no lloran». No, no se hace así.  Es más complicado.  Son «estilos» que vienen marcados, como sin querer, como sin darnos cuenta, -vienen marcados por la experiencia de cada madre y padre, que a su vez proviene de una familia, de un grupo, de un sistema que es anterior al que ha creado y del que ha interiorizado, sin darse cuenta, sus «normas»-. «Simplemente» en mi familia pasa esto: unos miembros hacen y expresan unas cosas y otros, otras. Como de forma natural. Como si viniera en los genes. Os aseguro que no. Si miramos con lupa advertiremos que no se reacciona igual a las mismas conductas según de quién provengan. No. No es igual la cara que madres y padres ponemos, el grado de atención (se han hecho investigaciones incluso midiendo los tiempos de atención dedicados a distintos miembros con la misma conducta), la respuesta que damos, la sonrisa cómplice, la mirada (¡¡Ahh, esas miradas!!) o la indiferencia… Todo esto indica aprobación o rechazo. Especial atención aquí al género, ¿cómo se es chica?, ¿cómo se es chico?.  No, no es igual.
¡¡Hay miradas y miradas!!

¡Hay miradas… y miradas!

  • Cada sistema también define CÓMO. Cómo se abordan, por ejemplo, los conflictos: si se reconocen, se definen, se hablan… si se negocian o no, si se utiliza la estrategia del «paso del tiempo» para silenciarlos, si va a valer la «ley del más fuerte», si mejor mira para otro lado para no «crear más conflicto», si ponemos normas para que se cumplan o para que no se cumplan, si se va a dar paso a la empatía, al diálogo y a la asertividad, si es lícito manipular para conseguir lo que quiero ignorando los deseos y necesidades de la otra parte… No, no es lo mismo. O cómo se expresan las emociones: ante el dolor ¿se llora o se golpea una puerta?, ante el miedo ¿se reconoce y se afronta -buscando apoyos…- o se oculta y se sobre-actúa (hacer a otros más «pequeñitos» a través del desprecio y la prepotencia para sentirme yo más grande…)? ¿Se siente y expresa la tristeza o más bien la «norma» induce a ocultarla y a «escapar» de ella? (la norma social va más por aquí, ¿no os parece?). Lo que hago con todo esto, si lo contacto y lo expreso de forma coherente o no está directamente relacionado con las enfermedades físicas y psíquicas, por cierto; digamos que hay estilos de expresión emocional que se aprenden, cada generación de la anterior. O sea que mi tendencia a los dolores de cabeza en momentos de tensión recuerdan «sospechosamente» a los de, por ejemplo, mi madre. Pero esto sería para profundizar en otro capítulo.
Pasar desapercibidas para no entrar en conflicto

Pasar desapercibidas para no entrar en conflicto

Como decía al inicio, cada grupo tiene además unos determinados temas tabúes, «secretos», problemas, dificultades o historias de las que no se habla, que son «invisibles», de los que a menudo no existe una consciencia demasiado clara pero que, cuando se percibe, cada miembro sabe de forma clara (siente más bien) que no hay permiso ni espacio para nombrarlos, se siente como algo amenazante para ese grupo, como si algo (o alguien) se fuera a romper si se «sacaran a la luz». Así es que, «simplemente» no existen.

Cada grupo tiene también sus propias alianzas, entre algunos de sus unos miembros, con quién se da mayor complicidad, mayor entendimiento... en quien se depositan una expectativas que no se ponen en otro. En las familias hay muchos «motivos» para hacerlo: porque físicamente nos recuerda más a alguien -y de pronto le atribuimos inconscientemente sus atributos o características de personalidad «¡tiene el mismo genio que su abuelo!» (porque a ver… genio, lo que se dice genio… tenemos todo el mundo ¿no?). O porque es el primero, o la primera (que no es lo mismo), o el último, o porque eran taaaan largamente deseado, o porque vino en un mal momento, o porque vino para unir a una pareja que se estaba desintegrando, o porque vino para demostrar lo bien que puedo hacerlo, o para darme un sentido, un protagonismo que en otros espacios (a menudo en otros tiempos) no se me dieron -aquello de que ella/él haga lo que yo no pude-.  Y va y les cargamos con una parte de nuestras vidas, como si vinieran para completar lo que yo no pude terminar. Esto pasa también. Pasa mucho. (Si te interesa este punto, puedes leer cómo funciona el efecto pigmalión en este enlace)

Así, cada «sistema-grupo», distribuye distintos roles, distintos papeles para cada miembro, algunos con más poder que otros. Algunos con ciertos «privilegios», su palabra vale más, como que tiene mayor autoridad que otros miembros; o se le permiten cosas que a otros no (por aquello de que es más sensible… o de que monta unos «pollos» que cualquiera se atreve!!…), la mayoría de veces no lo hacemos adrede, ni siquiera somos conscientes.

Todo esto define la personalidad propia, el carácter, la forma en que me percibo y me defino, con qué emociones me permito conectar y con cuales no (o sea mi grado de sensibilidad), y qué hago después con ello, si lo expreso y cómo, o si lo oculto y de qué manera (cómo gestiono las emociones). Define también mi relación con el mundo, si soy persona confiada o desconfiada, si vivo las relaciones como competencia y rivalidad o en términos de igualdad, respeto y cuidado. Si sé protegerme sin dañar, o si no sé protegerme (¡¡y recibo y otra vez por todos lados, que siempre hay quien ha aprendido a abusar!!). Si sé resolver conflictos, o me asustan y los evito, o entro en confrontación con la mente puesta siempre en demostrar que la razón la tengo yo (porque he aprendido que sólo hay una verdad y que quien la tiene vale más)… (en este enlace encontrarás más información sobre cómo se crea la autoestima).

Cada cual crea así su personalidad diferente.

Cada cual define así su lugar en el grupo

Pero todavía podemos complicarlo más. Va y resulta que decido tener mi propia familia, (afortunadamente empiezan a visibilizarse modelos muy diferentes). Pongamos que me «echo» una pareja (homo u hetero, va a dar igual), con la que después tengo criaturas. ¡Ya está el lío montado!. Porque cada parte viene de su propio sistema, es decir, de su propio grupo de referencia: con leyes,  normas de funcionamiento y estilos de comunicación y de relación propias y diferentes. ¡¡Tenemos entonces un nuevo sistema en creación a partir de dos diferentes!!. Por esto se dice cuando se habla en términos sistémicos que 1+1 no es nunca igual a 2. Este nuevo sistema humano se conformará por lo que trae cada uno de sus miembros más lo que construyen de nuevo entre los dos. Es decir, que:

  1. tendrá leyes «heredadas» de los sistemas que les preceden y que les han nutrido durante uno de los periodos evolutivos más largos de la vida y, sin duda, el más importante en términos de creación de la estructura psíquica, dejando su huella indeleble en lo que somos. Así es que, por estos complejos mecanismos entorno a los cuales se articulan los grupos humanos, vamos repitiendo una y otra vez mandatos, expectativas, ilusiones, deseos, temores, tabúes… sin saberlo, sin darnos cuenta, sin ser conscientes de ello.
  2. además vamos incorporando en cada generación lo que deriva de nuestras vivencias propias, o sea nuestro sentido del fracaso en relación a las expectativas que depositaron (injustamente) en mí -con el riesgo de tratar de compensarlo a través de los logros de nuestros retoños-, o nuestro sentido de la valía, de la capacidad… Lo que sea que nos haya quedado, la huella que ha dejado nuestro paso por ese primer grupo
  3. Pero también habrá espacios para la construcción de nuevas leyes, aunando la experiencia de ambas partes, analizando, reflexionando, poniendo en cuestión, poniéndome en cuestión, con flexibilidad, con mente abierta, con capacidad de negociación.

Por eso cuando se trabaja con familias desde el modelo sistémico lo que se hace es ver el conjunto, tratar de identificar cuáles son esas leyes (algunas) que rigen las relaciones en ese sistema, analizar si están bien adaptadas o están creando dificultades o sufrimiento en alguno de sus miembros. Ponerlas encima de la mesa y acompañar a sus miembros a redefinirlas y a cambiarlas si así lo deciden.

Es una oportunidad estupenda.  Para todo el grupo y para cada uno de los miembros que lo componen.

Nuevos grupos, nuevas leyes.

Nuevos grupos, nuevas leyes.

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